Nuestra Hermandad de Caridad recuperó el pasado domingo 12 de septiembre el culto público en Alcalá con una jornada histórica extraordinaria.
Como marcan las reglas, cada vez que el 12 de septiembre, festividad del Dulce Nombre de María, cae en domingo, la Santísima Virgen procesiona por las calles de Alcalá. Sin embargo, la pandemia ha frenado este hecho que no se repetía desde el año 2010, impidiéndonos disfrutar de ello con total normalidad.
Pero nuestra Hermandad, que nunca se cansa de trabajar por y para Ella, se puso manos a la obra para realizar lo máximo posible que nos permitía el decreto vigente del Arzobispado, lo cual sólo permitía la celebración de una Eucaristía en un espacio público, pudiendo realizar traslados de la imagen pero de manera privada, por calles cortadas y sin ningún tipo de público. Es por ello que la imagen realizó estos traslados sin ningún tipo de convocatoria, cortándose las calles del recorrido así como las que desembocaban a éste tanto al tráfico rodado como al peatonal.
Se celebró a las 9:30 horas de la mañana Función Solemne en honor al Dulce Nombre de María, encontrándose la Virgen entronizada en la Plazuela, repleta de nardos y rosas, ataviada con sus mejores galas para tan histórica ocasión. La Solemne Eucaristía fue presidida por el Reverendo y Párroco de San Sebastián D. Rafael Calderón García. La parte musical corrió a cargo del coro de nuestra Hermandad.
El sol salió para iluminar su cara, Alcalá se echó a la calle para asistir a su Función, lleno absoluto de las doscientas sillas colocadas para la ocasión en un recinto completamente vallado, con una disposición que respetaba las medidas de distanciamiento entre los asientos, con riguroso control y vigilancia en los puntos de entrada y salida.
Al finalizar la Función, con todo el público sentado, la Virgen comenzó a bajar las escaleras de la Plazuela a los sones de las sevillanas que su coro le cantaba con destacable maestría. Fue portada por sus hijos costaleros rumbo a su Parroquia y precedida únicamente por el cuerpo de acólitos y la junta de gobierno, manteniendo todos éstos en todo momento las medidas de distanciamiento y el uso de mascarilla. Durante este traslado de vuelta, realizado de la forma más rápida y digna posible, volvieron a cerrar las calles por las que discurrió la Santísima Virgen, destacando el buen comportamiento y la responsabilidad de todos los asistentes, que, a pesar de tener que permanecer sentados en sus asientos sin poder acompañar a Nuestra Madre, rompieron en un sonoro y popular aplauso a modo de despedida. Su pueblo la despidió con sus cantos y aplausos, todo por Ella.
Una mañana donde el sol brillaba más que nunca para iluminar el rostro de la Santísima Virgen. La misma luz de la esperanza, de que todo va a ir volviendo poco a poco.
Tras toda esta mañana de celebración y júbilo, la Santísima Virgen quedó expuesta a hermanos y devotos delante del presbiterio de la Parroquia en Solemne Veneración, portando en este caso como ocasión especial, para completar su iconografía, media luna a sus pies que, si de por sí toda Ella es de imponente belleza, este elemento iconográfico la dotó de una majestuosidad aún mayor.
Agradecemos desde estas líneas a todas las personas que hicieron posible este acto, al Excelentísimo Ayuntamiento de nuestra ciudad, a los vecinos que han participado, en general a todas las personas que aportaron su granito de arena en este inolvidable doce de septiembre para nuestra Hermandad.
Jornada histórica para nuestra gran Hermandad, donde sus hermanos y jóvenes han trabajado días y días seguidos, horas eternas, para celebrar un día de la Virgen extraordinario, recuperando el culto público de la mejor de las maneras. Pues como bien dijo el Reverendo en la homilía: «La calle es nuestra naturaleza y en ella debemos predicar».
Fotos: Emilio León, Luis Piña y Manuel Díaz.
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